Cuando me mudé a Marietta, nunca imaginé que mi vida cambiaría tanto.
El giro fue inesperado y no tuve tiempo de detenerme a procesarlo, porque como madres, a menudo no nos damos ese lujo. Nos toca adaptarnos. Es lo que hacemos, ¿verdad? Pero ¿a qué costo? Como mujeres, siempre sentimos la presión de esforzarnos más, de demostrar que somos capaces, suficientes, hasta extraordinarias. Seamos honestas: aunque existen mujeres que parecen sobrehumanas, muchas de nosotras apenas llegamos a la mitad de ese estándar irreal.
Y no me malinterpretes, bonita. No es que seamos débiles. Cada mujer tiene fortalezas únicas que la hacen maravillosa y especial. Pero en este empuje constante hacia el “empoderamiento” siento que algo se ha desbordado.
¿A dónde nos lleva este desgaste?
A menudo nos encontramos atrapadas en una lista interminable: ser las mejores mamás, las mujeres más autosuficientes, empoderadas, capaces de todo, mejores que cualquiera. Pero al intentar cumplir con estas expectativas, nos desgastamos. Nos olvidamos de nosotras mismas, de nuestro valor, de nuestra salud física, mental y espiritual.
Como yo, tal vez también te has sentido así: abrumada, ansiosa, triste sin razón aparente. Hacemos tanto por los demás que nos perdemos a nosotras mismas.
El día que entendí lo que faltaba.
Después de años de intentarlo todo —ejercicio, buena alimentación, actividades personales, ayuda profesional— seguía sintiendo un vacío. Nada era suficiente hasta que un día, mientras estudiaba la Palabra, comprendía que necesitaba algo más. Necesitaba más de Jesús.
Jesús mismo nos enseñó:
- “Venid a mí todos los que estánis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28)
- “Yo soy la vid; vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5)
Sí, bonita, orar es bueno. Pero orar sin conectarse profundamente con Él no basta. Necesitamos vivir en constante dependencia y conexión con Jesús, porque de Él vienen nuestras fuerzas renovadas.
Pequeños recordatorios de Su presencia
Decidí decorar espacios en mi hogar con mensajes de Su Palabra. Estos pequeños recordatorios me anclan a la verdad: “Dios es mi refugio y mi fortaleza, mi pronto auxilio en las tribulaciones”. (Salmo 46:1). Estas palabras, visibles cada día, me mantienen enfocada en Él.
Además, encontré herramientas que alimentaron mi espíritu: música cristiana, podcasts, libros, estudios bíblicos y algo que transformó mi vida diaria: Papel Terapia . Crear Tarjetas para cada día con versículos y reflexiones diarias me ayudo a comenzar cada día conectado con Dios. Si presionas la foto podrás verlas todas.
La importancia de la salud espiritual
Bonita, quiero que entiendas algo: comer bien, hacer ejercicio, tomar vitaminas, todo eso es bueno, pero si no fortaleces primero tu salud espiritual, nada más tendrá sentido ni dará frutos duraderos. Jesús dijo:
- “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33)
Mi invitación para ti
Hoy quiero animarte a detenerte un momento y reflexionar: ¿cómo está tu relación con Dios? Haz un espacio en tu día para buscarlo de manera intencional. Si sientes que necesitas ayuda para mantenerte conectado, prueba herramientas que te recuerden Su amor y Su presencia en todo momento.
No estás sola. Él está contigo, esperando que te acerques, que descanses en Él. Recuerda, bonita: todo comienza fortaleciendo tu espíritu.